Hoy 50 años después
recordamos a Felipe Vallese, erecordar a
uno de los tantos hijos caídos que ha dado la lucha de este pueblo por la
justicia social; esa tan ansiada justicia social que los trabajadores
merecemos.
Pero Felipe no era
uno más, sino que pasará a la historia como el primer desaparecido; si, ese
método que los poderosos de afuera y de adentro del país utilizarían
masivamente unos años más tarde para doblegar la resistencia de este pueblo.
Tampoco para nosotros, los metalúrgicos, será uno más, ya que Felipe trabajaba
en la fábrica TEA (trafilación y esmaltación de alambre) de Capital Federal, y
con solo 22 años ya era delegado, afiliado a la UOM.
No eran tiempos
fáciles, como tampoco lo son hoy. Cuando ingresó a trabajar en la empresa,
gobernaba el presidente Frondizi y el peronismo continuaba proscripto y muchos
sindicatos seguían intervenidos por militares “libertadores”. La resistencia
pasaba principalmente por la clase obrera, que lucho tenazmente por no perder
los derechos que duramente habían conseguido. Se suceden huelgas y sabotajes y algún
que otro caño.
Felipe no estuvo
ajeno a ninguna lucha, ya que aparte de su militancia gremial, fue unos de los
fundadores de la primera juventud peronista, del grupo conocido como
“corrientes y esmeralda” con históricos de la resistencia como Rearte, El
Kadri, Bevilaqua, etc.
Lo demás se fue
conociendo luego: el 23 de agosto de 1962, Felipe venia caminando por la calle
Canalejas del barrio de Flores, y a la altura del 1776, un grupo de la brigada
de San Martín lo secuestran para buscar “información” acerca de la jotapé. Por
lo que pudo saberse, es trasladado a la unidad Regional San Martín, donde es
salvajemente torturado con picana electrica y ferozmente golpeado, junto a otro
grupo de compañeros que también habían sido secuestrados esa noche. Luego es
llevado a la comisaría de Villa Lynch del mismo partido, donde alcanza a darle
a un preso común un papel con el teléfono de la UOM , para que avise de su situación, ya que
estaba casi destruido por los golpes y la tortura. Esa fue la última vez que
alguien lo vio con vida. Seguramente por las golpizas, su cuerpo jamás
apareció. La uom en ese momento conducida por el “lobo” Vandor “tardó” en
reaccionar en pedir su aparición; ya que el “lobo” siempre “sospechaba” de su
militancia de base, auténticamente representativa de los obreros.
Han pasado 50 años
y los mismos burócratas hijos de Vandor siguen atornillados en los sillones. Hasta
el nombre de la agrupación que dirige el gremio lleva el nombre del traidor. Y
Calo como lo hacía Vandor quiere formar una CGT sirviente del poder de turno y
para eso se junta con la lacra asesina, cómplice de la dictadura y el
neoliberalismo.
Como
Felipe Vallese, hoy la mayoría de los trabajadores no estamos de acuerdo con el
verticalismo y las transas de estos dirigentes sindicales. Pero si bien ellos
son responsables, al mismo tiempo nuestra falta de unidad y organización
realimenta la fragmentación y la debilidad.
Tenemos
que construir nuestro propio poder, ese que se siente cuando nos ponemos de
acuerdo y nos juntamos muchos y muchas, y donde todos somos distintos pero
nadie es más que nadie. No tenemos que pedirle permiso a ningún dirigente para
reclamar lo que es nuestro. Eso sólo si participamos y empezamos a ver cómo nos
autorganizamos, desde abajo, entre iguales.
Este
es el mejor homenaje que le podemos realizar.